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¿Cuándo cambiar tu alfombra? Señales de desgaste que debes conocer

¿Cuándo cambiar tu alfombra_ Señales de desgaste que debes conocer

Hay cosas en casa que no notamos que envejecen… hasta que un día las miramos bien. Las alfombras son una de ellas. Le dan calidez al suelo, color a la vista y una sensación de hogar que pocas cosas logran. Pero claro, como todo lo que usamos a diario, también se desgastan.
Hoy me apetecía hablarte de eso: cuándo deberías plantearte cambiar tu alfombra. Que sí, que hay vida más allá de aspirarla cada semana y pensar que así aguanta. A veces, no queda más remedio que decirle adiós con cariño y buscar una nueva compañera para el suelo.
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¿Por qué no conviene esperar demasiado para cambiar la alfombra?
Porque no es solo una cuestión de estética (aunque eso también). Las alfombras acumulan ácaros, polvo, olores y más historias que un sofá viejo, y eso, a la larga, se nota. Sobre todo si tienes peques, mascotas o alguna alergia rondando.
Además, una alfombra en mal estado puede arruinar el ambiente de toda la habitación. Sí, incluso aunque tengas los cojines perfectamente colocados y una vela de vainilla encendida.

1. Desgaste a la vista (y al tacto)
Esto es lo más evidente. Si las fibras están aplastadas, el color ya no es el que era o hay zonas “calvas” donde antes había textura, pues blanco y en botella. Y si encima hay manchas rebeldes que ni con el mejor quitamanchas del universo salen… ya sabes lo que toca.
¿Y esos bordes deshilachados que van soltando pelusilla? Pues tampoco ayudan. Si cada vez que pasas la aspiradora recoges media alfombra, es señal de que necesita la jubilación.

2. Olores que no se van (por más que limpies)
Hay olores que se quedan. Derrames antiguos, humedad que se coló sin avisar, pisotones con zapatillas mojadas… todo va sumando. Y llega un momento en que, aunque limpies y ventiles, el tufillo vuelve como si tuviera contrato fijo.
Además, no es raro que una alfombra vieja sea un caldo de cultivo para ácaros. Si notas que los estornudos aumentan en casa sin explicación, quizá tu alfombra tenga algo que ver.

3. Menos mullidita, más tabla de planchar
Ese gustito de pisar una alfombra suave puede desaparecer sin darte cuenta. Cuando el acolchado pierde fuerza, cada paso se siente más frío y más ruidoso. Y ni te cuento si empieza a formar arrugas o bultos: además de incómodo, es peligroso.
No es por exagerar, pero una alfombra que hace tropezar puede arruinarte el día (y la cadera).

4. Cuando el estilo pide cambio a gritos
A todos nos pasa. Un día miras tu alfombra y piensas: ¿en qué estaba yo pensando cuando la compré? O simplemente ha pasado de moda, porque las tendencias cambian y no todos los estampados envejecen igual.
Renovar la alfombra puede ser la forma más fácil de darle un aire nuevo a todo el salón sin mover un mueble. Y eso, se agradece.

5. Zonas con más guerra que otras
Las alfombras no envejecen parejo. Pasillos, entradas o zonas donde siempre se pisa más suelen desgastarse antes. Y si hay contraste entre esos rincones y el resto, ya no hay forma de disimularlo.
¿Y qué pasa con el sol? Pues que también deja su huella. Las zonas con más luz directa pierden color y vitalidad. Si tu alfombra tiene más tonos que un atardecer, puede que necesite relevo.

6. ¿Cada cuánto deberías cambiar tu alfombra?
Pues depende. Las alfombras buenas pueden durar años (y más si las cuidas bien), pero en general, a partir de los 12 años se debería mirar en qué estado se encuentra nuestra alfombra.
¿Un consejo personal? Las alfombras de lana aguantan como campeonas. Y si te apetece darte un capricho de los buenos, la alfombra Zigler Gabeh 14 es una maravilla: cálida, duradera y con un diseño que alegra hasta los días grises.

En resumen: escucha a tu alfombra
Las alfombras no hablan, pero te lo dicen todo con su aspecto, su olor y su tacto. Si ya no te transmite lo que debería, si se ve más cansada que tú un lunes por la mañana, quizá ha llegado el momento de renovarla.
Y oye, si decides hacerlo, en Entre Alfombras tenemos cosas realmente bonitas. Que renovar también puede ser un gustazo.